12/1/09

"Me dí cuenta de que matar estaba mal pero no podía parar hasta que fui arrestado"


Blanca de Ugarte, El Imparcial, 21-12-2008

“Cuando me detuvieron fui feliz”, reconoce Shane Paul O´Doherty. A los quince años se incorporó a la rama juvenil del IRA. Cumplía de esta manera su propósito escrito en un papel con tan solo diez años: “Cuando sea mayor quiero luchar y, si es necesario, morir por la libertad de Irlanda”. Con la violencia comenzó a rodar cuesta abajo hasta que la cárcel le salvó. “No más bombas” (LibrosLibres) es el resultado de catorce años de reflexión, arrepentimiento y de encuentro con Cristo. Con una mirada sincera y voz sosegada, este terrorista arrepentido pide una educación en valores y en respeto a los Derechos Humanos.

Comienza su autobiografía haciendo referencia a sus orígenes, a su educación, a su familia. ¿Es determinante el entorno? ¿el lugar donde hayas nacido pare el terrorista?

Por supuesto, influye donde hayas nacido. Es difícil pensar, por ejemplo, que alguien de Málaga se haga miembro de Eta. Pero no es sencillo medir hasta qué punto influye el entorno. Hay otros aspectos que también afecta en la “creación” de un terrorista: donde haya nacido, la comunidad donde habite… Porque la sociedad también permite que existan los terroristas. El Estado y las circunstancias políticas también influyen. En Irlanda del Norte, a raíz del Domingo Sangriento (1972) y, años después, Margaret Thatcher permitiendo la muerte de prisioneros del IRA por huelga de hambre (1981), también hicieron que muchos jóvenes pasaran a ser terroristas. Hay muchas circunstancias que afectan al “nacimiento” de un terrorista.


Supongo que la educación también es determinante.

Claro que influye la educación. Necesitamos un movimiento formado por familias, políticos, educadores y sacerdotes que se comprometa a educar a los jóvenes en los Derechos Humanos. Los Gobiernos están preocupados en crear organizaciones que recaudan impuestos, que se ocupan de los inmigrantes y todo tipo de derechos sociales pero se olvidan de transmitir los Derechos Humanos a la juventud. A mi modo de ver, los colegios, las parroquias y otras organizaciones deberían de hacer constar su compromiso con estos derechos fundamentales. Ayer mismo, durante una charla en una parroquia, me impresionó muchísimo saber que algunos sacerdotes vascos no condenan el terrorismo. Estos hombres no están en comunión con la Iglesia.


Describe usted en su libro cómo se alegró que su primer disparo a un soldado británico no lo hiriera de gravedad. Le había mirado a los ojos. Usted sintió alivio pero ¿un terrorista tiene escrúpulos? ¿Qué siente aquel que ni mira a los ojos, dispara a la nuca o se ensaña con varios disparos?

Este es uno de la Humanidad: todos los hombres somos diferentes y actuamos de una manera distinta los unos de los otros. Pero, es cierto, que todos los terroristas han comenzado al profesar un nacionalismo exacerbado. Ahí comienza una cuesta abajo por la que se deslizan y no puedes volver atrás. Además están sumergidos en un clima en el que hay una gran presión por parte del grupo, en el que no hay tiempo para pensar, ni para volver a ser uno mismo. Lo principal es seguir con vida y que no te coja la Policía. He leído muchos relatos de miembros de la brigada roja italiana arrepentidos, conocido a muchos terroristas del IRA que también han pedido perdón. Todos ellos reconocen que querían salvar a su nación cuando eran jóvenes pero no se dieron cuenta entonces que, cuando emprendían esa lucha por liberar a tu tierra se convertiría en una lucha personal por liberarse de esa organización que les controlaba sus pensamientos. La elección es del propio terrorista que puede quedarse en la cárcel sin hacer nada, cumplir su condena y punto, o tener la valentía de liberarte a ti mismo de alguien que te controle.


¿Cree que usted es merecedor del perdón de sus víctimas?

Mucha gente se cree que ni siquiera me he arrepentido, que piensa “puto terrorista”. Muchos no me perdonan. Pero la cuestión no es esa. Yo lo que quiero es hacer las paces con Dios. Jesucristo no habló de tregua, ni de dejar las armas. Habla del arrepentimiento personal. Eso es lo que importa. Yo sé que lo tenía que hacer es pedir perdón. Lo que piensen lo demás no importa. Lo relevante es reconciliarme con Dios y seguir el Evangelio. Es una visión un poco egoísta tal vez pero es lo que creo que tenía que hacer.


¿Acaso matar por patriotismo nubla el sentimiento de culpa?

Existe una contradicción muy importante en todas las sociedades. Por un lado, necesitan jóvenes para enrolarlos en sus ejércitos. Tanto el Gobierno de España, como el de Estados Unidos, como el de Gobierno de Irlanda dicen sus jóvenes: “Salva España, salva Estados Unidos, salva Irlanda de los británicos”… Los ismos, el nacionalismo y el patriotismo son las fuentes principales integrarlos, al igual que los terroristas. Pero, por otro lado, dan armas para matar y te pagan un sueldo para, en un momento dado, matar. En las maldivas, por ejemplo, los capellanes bendecían a aquellos que iban a matar por un trozo de tierra. Esto es una contradicción porque si enseñas a los jóvenes a luchar por su país, algunos pueden verlo desde la perspectiva del patriotismo exacerbado y convertirse al final en terrorista.


Perdone pero no estoy de acuerdo con usted. No se puede comparar ejército con terroristas. El ejército es una institución legal formada por jóvenes dirigidos por militares más mayores, formados, menos apasionados y con más experiencia. Estos jóvenes deberán obedecer las órdenes de sus superiores y éstos a su vez, las dictadas por el gobierno de una nación.

Es muerte, da igual que sea fruto del terrorismo o del ejército. Recuerdo centenares de personas que asistían a una boda en Afganistán murieron a consecuencia de un bombardeo del Ejército de Estados Unidos. Luego se dijo que fue por error pero a quién le importan que sea un error. Los soldados mataron a cientos de civiles, da igual que fueran vestidos con un uniforme. Lo que no se puede hacer es decir: “A veces está bien matar, otras, no”.


Un ejército está para defender a su país, no para agredir a otro. Atacará si ha sido atacado y si un país aliado es atacado. No se pretende luchar contra nadie. No se busca un enfrentamiento, una confrontación con otro país, grupo armado, alianza… El patriotismo no tiene porque contradecir otro patriotismo, se puede ser vasco y se puede ser español.

Los terroristas también usan este mismo argumento. Cuando sienten que no tienen ni gobierno ni ejército que los defienda deciden ser crear ellos su ejército y defender la que consideran su tierra y su gente. Y, si después llevan al poder, ya tendrán este ejército, que sería entonces legal. Piensan que los “héroes” de hoy serán mañana los políticos. Los terroristas usan ese mismo argumento.
Estoy de acuerdo con usted de que se puede comparar el ejército con una banda terrorista pero los jóvenes cogen este argumento y lo interpreta a su manera. Por ello necesitamos emplear otro nuevo argumento, basado en la defensa de los Derechos Humanos. Así conseguiremos que no se recurra a la violencia. Porque, al final, un ejército obedece órdenes. Sin un acuerdo de la OTAN, se enviaron tropas a Irak y mataron a centenares de civiles. Se necesita un argumento mejor.
¿Por qué nadie se opuso a la decisión de Estados Unidos? ¿Por qué ningún soldado se negó a ir a la guerra? A mí lo que me importa son la decisiones de los individuos.

En cuanto a esta faceta de lo que piensa el terrorista, ¿cree que tiene alguna forma de salir de esa cuesta abajo de la que hacía alusión antes?

Esto es diferente en España que en Irlanda porque en allí hay muchos han salido ya que no han coartado la libertad de sus miembros siempre y cuando no fueran unos chubatos. En cambio, es diferente en el caso de Eta, me acuerdo ahora de Yoyes que fue asesinado por los propios terrorista por marcharse. Es un proceso difícil pero estos terroristas tienen que sacar el coraje de enfrentarse a sí mismos, comunicar su abandono de violencia y dejar de ser controlado por estas organizaciones.

¿Qué futuro se imagina un joven que ingresa en una banda asesina?
Un terrorista sabe que lo único que le espera es la muerte o la cárcel.
¿Y de qué sirve la cárcel?
Primero, la prisión frena al terrorista a hacer el mal. Pero, además, allí tiene tiempo para pensar. No hay que pensar que Eta está en la cárcel sino personas que pasan la noche solos con sus conciencias. En ese momento cuando necesitan que ese coraje que han usado para matar lo empleen ahora para encontrarse a sí mismos y liberarse de esa organización que les está controlando los pensamientos. Son doblemente presos: físicamente del Gobierno y también de una organización que no les permite pensar. Y para liberarse de ello es para lo que necesitan coraje.

Usted sí sacó fruto a la prisión, cuenta que allí se encontró con Jesucristo en la Eucaristía, la confesión y la lectura de los Evangelios. ¿Su arrepentimiento pasó por su encuentro con Cristo?

Yo tengo muchos amigos que se marcharon del IRA por su familia, por padecer problemas nerviosos, porque se fueron a otras organizaciones pero no se arrepintieron de su violencia. En cambio, yo era y soy católico, nacido en una familia creyente, educado en la fe en un colegio católico… Pero, al ver que el Ejército británico mataba a católicos pensé que tenía que luchar por mi gente y mi país. Y una vez dentro del IRA, veía imposible salir. Al cabo de un año, me dí cuenta de que matar estaba mal pero no podía parar hasta que fui arrestado. Y cuando me detuvieron fui feliz.

En la cárcel tuve tiempo de buscar a Dios, de buscarme a mí mismo. Pude estudiar los Derechos Humanos, también los de los presos. También aproveché la prisión para escribir cartas a mis víctimas. Pero lo más importante para mi fue saborear los cuatro Evangelios y frecuentar los sacramentos, la Eucaristía y, sobre todo, el sacramento de la Reconciliación.

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